jueves, 21 de febrero de 2008

Escribir un Diario

Escribir un diarioHace algún tiempo buscando entre los lugares perdidos de mi habitación, encontré mi diario. Aún me acuerdo, lo escribí con 10 años. No era algo que yo quisiera hacer, me obligó mi madre. En aquel momento no me gustaba hacerlo, era algo tedioso y difícil, aunque sólo tenía que rellenar una página cada día. Pero ahora puedo leerme recuperando mi mente infantil, con mis deseos e ilusiones. Puedo recordar momentos que se me habían olvidado. E incluso sentirme otra vez un niña. Volver al mundo de la imaginación y de la fantasía, y contar que hoy me han visitado las hadas, y que las estrellas me han hablado del llanto de Neptuno.

Escribir un diario es adentrarse en uno mismo. Es mirarse y pensar qué quiero contar de mí para mí. Es una aventura. Es un lugar donde no da miedo expresar lo que uno siente o quiere. Escribir un diario no es como escribir un cuento o una novela. Es distinto aunque también parecido. Muchas veces supone reflexionar sobre algo que ha sucedido o incluso que no ha sucedido. Y a veces una página en blanco en el diario dice más que muchas letras. Es también como una máquina del tiempo, que nos hace volver cuando queramos al pasado y reavivar nuestros recuerdos, y los sentimientos que van ligados a ellos.

Todos deberíamos escribir un diario. Para mí se ha convertido en algo casi necesario. Y lo mejor no es escribirlo, sino guardarlo y saber que puedo abrirlo cuando quiera. Es como mi caja fuerte. Es mi secreto. A veces se comporta como un amigo que siempre escucha y a veces hasta da consejos. Se puede aprender mucho de uno mismo escribiendo un diario. En ese momento de escritura salen cosas de nosotros mismos que no sabíamos que existían.

Por eso animo a todos los niños a que lo hagan. Porque el día de un niño es mucho más valioso que cien de los adultos. Animo a los padres a que insten a sus hijos a escribir un diario. Y también les aconsejo que aguanten la tentación de leerlos. Es quizá la única regla que tiene. Está prohibido leer un diario ajeno, a no ser que su dueño acceda. Sería como destruir la máquina del tiempo. O como robar una caja fuerte. Claro que la maestra tendrá que hacerlo ya que de lo contrario no podría notar el avance en la redacción de mis alumnos. Lo siento.

Escribir es saludable. Muchos escritores confiesan que escribían un diario desde su infancia e incluso que lo siguen haciendo ahora. Escribir un diario ayuda a ejercitar el lenguaje, a expresar y ordenar de forma escrita los pensamientos. Es un ejercicio lingüístico. Aunque un diario puede ser multiforme. Sólo hay que leer el facsímil de Carmen Martín Gaite, Visión de Nueva York, que se acaba de publicar. Se trata de un colage en forma de diario o un diario en forma de colage. En él podemos ver páginas llenas de recortes de revistas y periódicos mezcladas con comentarios de la autora. Los recortes y los comentarios intentan expresar ideas o incluso sentimientos. Es un diario visual donde ha triunfado la creatividad. Otro gran ejemplo el diario de Ana Frank, testimonio de una gran tragedia. escrito durante dos años por una niña judía de 13 años, recluida en el patio trasero de un edificio de oficinas en el centro de Hamsterdam, Holanda, previo a la fecha en que fue asesinada por los nazis, junto con su familia, exceptuando a su padre.

Escribir un diario, es pues, como volar entre nuestros pensamientos y sensaciones. No siempre se escribirá lo más importante o lo más adecuado, pero eso es lo bueno, que no hay que escribir lo que quieren o como quieren los demás. Hay plena libertad. Escribir un diario es escribirse uno mismo.